99+ Walden Quotes & Sayings with Wallpapers & Posters - Quotes.Pub

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¡La laguna de Flint! ¡Así es de pobre nuestra toponimia! ¿Con qué derecho le dio su nombre ese granjero estúpido y vil, que sin compasión dejó desnudas sus orillas después de haber llevado hasta los mismos límites de sus aguas celestiales las lindes de su propiedad? Algún avaro, que más gustaba de la reluciente faz de un dólar, o de un centavo nuevo que reflejaran su propio rostro descarado; que hasta a los patos silvestres que allí formaban sus colonias miraba como intrusos; alguien de dedos transformados en garras retorcidas y coriáceas del inveterado hábito de asir cómo las arpías; no, ese no es su nombre para mí. No voy allá para ver u oír a quien jamás la vio ni se bañó en ella, ni la amó nunca, ni la ha protegido o hablado en su favor, ni siquiera ha dado gracias a Dios por haberla creado. Mejor es dejar que se llame por los peces que la pueblan, por las aves acuáticas o cuadrúpedos silvestres que la frecuentan, por las flores que engalanan sus orillas o por algún hombre o niño salvajes, el hilo de cuya historia se entrelace con la de ella. Que no responda a quien no tienen sobre ella más derecho que por título que le otorgara un vecino o una legislatura de mentalidad semejante. A él, que tan sólo pensó en su valor monetario, y cuya presencia acaso haya sido maldita para todas las riberas; un hombre que esquilmó las tierras que la rodeaban, y que de buena gana hubiere hecho otro tanto con sus aguas; que lamentaba únicamente que no se tratara de una pradera de heno inglés o de arándanos —pues nada había en ella que la redimiera, pensaba— y que la hubiera drenado y vendido por el barro de su lecho. Las aguas no movían su molino, y él no consideraba que fuera privilegio alguno el poder contemplarla. No me merecen respeto sus trabajos ni su granja, en la que todo tiene un precio; llevaría el paisaje, y a su Dios incluso, al mercado, si pudiere obtener algo por ellos; que acude a la lonja por su dios, que no es sino eso; en cuya alquería nada crece libremente; cuyos campos no producen cosecha, ni flores los prados, ni frutos los árboles, sino dólares; que no aprecia la belleza de lo que recolecta, lo cual no ha madurado hasta que no ha sido transformado en dinero. Dadme la pobreza que goza de la verdadera fortuna. Los granjeros son para mí respetables e interesantes en la medida en que son pobres; ¡agricultores pobres! ¡Una granja modelo!, donde la casa se eleva como un hongo en un montón de fiemo, con dependencias para los hombres, los caballos, los bueyes y los cerdos, limpias unas, llenas de mugre otras, todas en sucesión! ¡Abastecidas de hombres! ¡Una gran mancha de grasa que hiede a estiércol y a suero de manteca! ¡En magnífico estado de cultivo, abonado con corazones y cerebros humanos! ¡Cómo si uno fuera a cultivar sus patatas en el camposanto! Así es una granja modelo.       ¡No,